domingo, 12 de abril de 2015

BITÁCORA 06: Donde se relatan las peripecias nuevas del gentilhombre Cumpleañero y de la memorable como jamás vista ni oída historia que trata de la posible batalla final entre las fuerzas malignas y las santas fuerzas universales y donde sucederánse extraños y inauditos sucesos y otros acaecimientos dignos de muy urgente escritura.

1.
“Vaya, y que sí es bueno que nos visite. ¿Qué opina usted? Sí, usted, vecino, ¿va a ir a verle?”. Despierto de mi acostumbrado ensimismamiento y trato de hilar los últimos minutos de diálogo en la mesa. No mismo... “Aunque usted es medio rockero e izquierdoso, fijo ni le interesa. Pero, bueno, ¿qué opina?”. Chuta, más fregado. Todavía no sé el tema. “Y ojalá venga y les haga entrar en razón a algunitos de por acá”, continúa con el diálogo una vecina, de esas que son buenas personas y amables en la cotidianidad barrial. Me rindo, hago maromas verbales hasta que, por fin, viendo mi falta de respuesta, alguien me hace aterrizar en el tema; mirándome fijamente, otra señora, de esas que son fieles religiosas, me increpa suavemente: “viene el Papa, ¿qué opina?”…

Sí, vaya tema, viene el Papa al Ecuador y dará algunas misas, pero, la pregunta es: ¿a qué mismo viene acá, al centro del mundo? Lo que sigue es una exposición sustentada científicamente, poco apta para oídos suaves y espíritus píos: algo grave sucederá en pocas semanas acá. No se trata de premoniciones ni intuiciones ni especulaciones. Nada de esto me está permitido. Solo sé que puede llegar a asustarle mi estimada lectora, mi amistoso lector… Y, como siempre, reitero mi advertencia hacia usted para abandonar la lectura en este momento y no sufrir algún tipo de trauma tras enterarse de lo que sucederá.

2.
Todo comenzó hace pocas semanas cuando me llegaron algunos mensajes escritos en pequeñas postales: “Recibirás tu merecido, f) fans de SS”.

Sí, he recibido cuatro de esas postales, una cada diez días exactos. Y, claro, da para asustarse. Eso que esos SS estén por acá, echándole ojo a uno, sí asusta. Estos SS, usted -que es docto en historia-  ya habrá identificado: fascismo en estado puro. Obviamente, un mensaje así, asusta y he procedido a tomar medidas de seguridad que, obviamente, no comentaré aquí. El cuarto mensaje fue el más extraño, iba acompañado de una imagen de un rosario… “¿De Rosario Tijeras?, jaja”, me interrumpe usted haciéndose el chistosito. NO, pues, cómo va a ser de esa señora. Deje hablar. No sé para qué me pongo a conversar con ustedes si siempre quieren hacerse los chistosos e inteligentísimos y… “Yaffff. ¡Ya! ¡Ya déjese de tonteras y siga contando qué pasó con esas postales!”, reclama airada otra lectora dilecta, y a quien hago caso, y continúo.

La imagen del rosario era extraña. Hube de poner todas las neuronas en la resolución del caso. Tras varios días de no encontrar respuesta, las pistas vinieron por el lado menos pensado. Eso quiere decir, por el lado de la conversación que se ha citado arriba. SS no se refiere a las dantescas Schutzstaffel nazis, sino a –ya lo habrá imaginado usted-, se refiere a…

3.
¿Sabía usted que desde mañana lunes 13 de abril de 2015, en Roma, se dictará el décimo curso sobre Exorcismo y oración de liberación”? ¿No lo sabía? Hummm, bueno, es obvio que usted no se preocupa de temas importantes y está preocupado de temas menores, como la paz mundial y similares. ¡Paciencia! Retomo la reflexión: ¿no le parece sospechoso que ese Taller se lo ejecute exactamente a 85 días antes de la llegada del Papa a Quito? ¿Qué se está tramando a nivel espiritual? ¿Optimizar fuerzas para qué y contra quién? Y, más aún -y es donde aparece el terror-: ¿no le parece sospechosísimo que ese Taller se inicie a 63 días del cumpleaños de quien suscribe estas líneas?

Así es. Un profundo escalofrío me ha recorrido, igual al que usted, amable lector, debe estar sintiendo al momento de la lectura. Más aún, si queremos seguir con las coincidencias y los terrores, ¿sabía usted que el Papa nació en una fecha que, sumando sus dígitos, da otra enigmática coincidencia? 1+7+1+2+1+9+3+6 = 30 = 3+0 = 3, el de la santísima trinidad y del triángulo; mientras que, sumando los dígitos de la fecha de cumpleaños de este humilde servidor da la cifra de 1+4+0+6+1+9+6+6 = 33 = 3+3 = 6, que es la base del número de… de… usted ya sabe qué. Y, de improviso, le oigo gritar, casi con pavor, abriendo los ojos hasta la desmesura: “es el número de…de… ¡del bestia!”. Hummm, no, no así, pues. Rápido a la agresión. Por suerte, una amable pero entendida lectora le corrige: “Es el número de La Bestia”, dice con cierto bíblico escalofrío en la piel. Y todas las piezas encajan; por ello, las postales decían: “Recibirás tu merecido, f) fans de SS”, o sea, de Su Santidad. Terror total.

¿Incrédulo? ¿Escéptica? Más pruebas evidentes: entre el nacimiento de su SS y el mío transcurrieron 10.771 días, o sea 1+0+7+7+1 = 16 = 1+6 = 7, y entre el nacimiento de la blanca figura y su llegada a Quito, el 06 de julio de este año, habrán pasado 28.690 días: 2+8+6+9+0 = 25 = 2+5 = 7. El 7 que se repite y liga los eventos. ¿Sorprendida? ¿Asustado? Asústese más: el famoso Taller de Exorcismo se inicia 63 días antes de mi cumpleaños: 63 = 7x9 = 7+9 = 16 = 1+6 = 7…; y sorpréndase más, porque ese Taller se inicia 85 días antes de la llegada del Papa a Quito: 85 = 8/5 = 1,6 = 1+6 = 7. Otra vez, la enigmática coincidencia.

Ahora que sabe qué está ocurriendo, y sabe que nada es coincidencia, le sugiero que venga acá, siéntese, por favor, respire profundo, relájese y tómese esta agüita aromática para calmar los nervios y alborotos.

4.
Ya calmados momentáneamente los ánimos, nos asalta la pregunta: ¿cuál es la conclusión de todo esto? El ánimo es sombrío: ¿es una coincidencia lo de esas postales?, ¿qué esconden las coincidencias numéricas citadas más arriba?, ¿alguna predicción cabalística ocurrirá ante nuestros ojos?, ¿acaso se practicará, aquí, una misa de exorcismo, y por ello especialistas se estén preparando en ese Taller?, ¿tal vez el jerarca vaticano viene a la mitad del mundo a oficializarla? Y, la pregunta mayor, ¿sobre quién se efectuará tal ritual?

Así es. Usted acaba de acertar entre quienes se dirimirá el equilibrio de fuerzas: la batalla epocal entre el bien y el mal, digo, entre el Bien y el Mal, parece estar cerca, y bien cerca, por aquicito, a la vuelta de la esquina y de las pocas semanas que quedan. Y habrá que estar preparados. Bueno, ya que el destino me ha tocado y se me ha revelado, les comento que me estoy preparando para cumplir mi papel en esta magna e inusual batalla y he comenzado a estudiar eso de los exorcismos. Y ya he aprendido varias técnicas para ponerle emoción al ritual. “Oiga, no sea bruto”, me dice alguien del público lector, “¿cómo usted va a decir eso de SS? No sea bruto, más respeto”, y otra voz se le suma desde esta franciscana ciudad: “y ¿cómo va a creer usted que SS va a estar fijándose en usted que de bestia solo el número tiene?”. Mmmm, quedo pensando en la pía agresividad…pero, la profecía cabalística no miente, así que deberé estar preparado y continuar.

Una ceremonia de exorcismo no es juego. Repito: no es un juego. Es algo muy serio, por lo que la información que viene es solo para lectores adultos y, ojalá, con criterio formado. Me permito compartir con vosotras y vosotros información sobre el tema. En la ceremonia interactúan dos personas: el poseído y el exorcista. El primero, como su nombre lo indica, está poseído y, el segundo, como su nombre también lo indica, es el que exorcisa. El uno, insulta; el otro, es insultado. El primero blasfema; el segundo es blasfemado. El primero lanza flema; el segundo,…, es alcanzado y ‘flemado’. El primero habla malas palabras en nombre del Mal; el segundo, dice buenas palabras en nombre del Bien.

Obviamente, yo no creo en esas cosas,…, pero, por si acaso, hay que estar preparado. Para no desentonar con el ritual, ya he aprendido algunas técnicas que se las transmito: 1) hacer las pupilas hacia atrás y quedarse con los ojos en blanco: eso es fácil. 2) Insultar y decir malas palabras: no soy muy afecto a eso, pero he estado practicando todos los días; basta subirse en un bus y, ahora en un taxi por los precios, y sale facilito La Bestia verbal que uno lleva adentro. 3) Arañar las paredes: eso sí duele, así que deberá hacérselo solo en caso necesario como cuando te boten gotas o litros de agua bendita. 4) Vomitar: esto me está resultando medio difícil, porque hay que expulsar una sustancia medio verdosa, pero como uno se pone la camiseta de la Selección, estoy intentando botar una sustancia tri-color, y eso sí me está ardiendo. 5) Hablar en lenguas: es decir, hablar en idiomas desconocidos: facilito, ya me he aprendido tres discursos, uno en hebreo, otro en arameo y un tercero en turco (gracias google translator). 6) Flotar sobre la cama cuando uno está acostado: esa es fácil. Solo se trata de un juego de espejos y de cuerdas que ya estoy practicando. Pero lo difícil es 7) Girar la cabeza 180 grados. Difícil, muy difícil. Y duele. Hasta el momento, ya giro 135 grados hacia la derecha y 150 grados hacia la izquierda, y se oye el crujir de las vértebras. E imaginen lo duro y doloroso que será girar la cabeza 180 grados, decir malas palabras y vomitar al mismo tiempo. Chuta: estar poseído sí que ha sido bien difícil; ya mismo me arrepiento y dejo todo. Pero, las profecías no pueden evitarse y, estoicamente, continúo en mis entrenamientos.

5.
¿Qué pasará el futuro 06 de julio de 2015, cercana la medianoche, en la franciscana ciudad de Quito? ¿Es una coincidencia la visita de SS justo en esas fechas? ¿Mienten las profecías o es imposible eludirlas? Preguntas van y vienen. Pero, la pregunta fundamental, la que debe conmover vuestras mentes y corazones se refiere a: ¿en qué lado se ubicará usted, estimada lectora, apreciado lector, ahora que ya sabe la verdad de las cosas? ¿A quién apoyará? ¿La mano de quién tomará usted cuando la batalla epocal esté en su máximo esplendor: la blanca mano o la de este humilde servidor?

Atentamente,
Marcelo

12-04-2015
pd) Si acaso deseáis conocer si tenéis algo que ver con este magno evento, enviad vuestra fecha de cumpleaños y os enviaremos una respuesta.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

BITÁCORA 05

MICRO-BIOGRAFÍA DE NIÑODIOS

Navideña amiga, navideño amigo:

El sentido del momento en este 24 de diciembre: miradas y expresiones de ansiedad, en las calles largas de esta época –obviamente- navideña, ante la llegada inminente de la compra y del obsequio: intercambiar regalos por (a veces) amor, parece rutina anual desgastante para innúmeras personas…

Como es de su conocimiento, mi cercanía con los verdaderos sentimientos cristianos –de Cristo- es muy cercana, y no pasa solamente por mi colaboración en viernes santo como uno de los más venerados Cristos azotados (leer Bitácora 02, en este mismo blog). Es parte de mi infancia, de aquella edad en la cual los pesebres y los Noeles y los niñosdios eran acuciantes e ingenuas esperanzas decembrinas. Y, claro, no recuerdo si alguna vez les comenté que me consideraron siempre para ser Niñodios en los pesebres…

Hummm, es en serio, no miento. ¡Bien sacrificado era yo para mantener el espíritu navideño! Les cuento que, llegado diciembre, en un pesebre, desde las siete de la noche hasta la una de la madrugada, los vecinos y feligreses me llevaban a recorrer las casas del vecindario mientras cantaban villancicos y novenas… y bien lluchitico me tenían siempre, lo cual es obvio: los Niñodios venimos al mundo desnudos (por si no lo sabía). Pero, diciembre es invierno en estas tierras. Viento y lluvias alteraban la tranquilidad de los cantos y entumecían los sonrosados y acolchados músculos infantiles míos; y como Niñodios no podía tomar café o canelazos para calentarme (¿acaso ha visto a los niños divinos tomar algún líquido en sus helados pesebres?), lloraba mucho; sin embargo, lo que para mí era hambre, sed y sueño, para los creyentes era sinónimo de mucha vida en el pesebre, y celebraban mi llanto, ellos sí, con alguna bebida caliente... Así, por horas.

Y eso de estar desnudito era cosa de bien machos: los Niñosdios hemos aprendido a recostarnos lluchos sobre paja seca, viruta de madera y hasta leña. Pónganse en mi lugar: el intentar darme la vuelta en tan sutiles cunas para acomodarme dejó ligeros surcos en mi cada vez menos sonrosada piel, ¡surcos que todavía pueden verse en mi espalda! (obvio: todo Niñodios que se precie debe tener huellas del maltrato humano de ustedes). ¡Y no se diga cuando los creyentes se acercaban al pesebre con los cirios y las velitas encendidas! Al inclinarse a admirar la belleza natural y deslumbrante que poseía yo -digno serafín latino-, se inclinaban también con aquellas velas y cirios y siempre dejaban derramar inmensas gotas de cera líquida sobre la ya no tan rosada sino roja piel de Niñodios, hasta que una noche, de tan quemado y rojo que estaba yo, una señora en casi éxtasis navideño gritó: -¡qué lindo ese Papanoel chiquito!

No quiero generarles envidia, pero ¿acaso ustedes alguna vez fueron requeridos durante siete años para ser Niñodios de pesebre? ¡Siete años! ¡Es verdad, debo reconocer que tanta era la demanda y tan bello era yo que mi calendario de presentaciones se extendía hasta febrero! Imagínense: la única vez en la historia de celebraciones cristianas que los cristianos, con tiquetes sellados y autorizados -para evitar la piratería- esperaban su turno para poder pasearme, en enero y febrero, por sus calles y barrios, y llevarme a sus pesebres y orar las novenas (incluso hubo veces en que, de la emoción alcanzada, hasta se repitieron todo el repertorio novenario por horas enteras). 

Sin embargo -y aquí viene la parte dolorosa del asunto, sniff-, a los siete años de edad, había crecido yo y no alcanzaba ya en los pesebres, lo cual exigió de mí una especial elasticidad para contorsionar mi aterido cuerpo y poder entrar en los apretados arreglos pesebreros. Sufrí mucho y caí en el olvido, literalmente hablando, porque la última vez, mientras acomodaba mis extremidades en un suelo de paja irritante, hube de caerme en la parte posterior del arreglo navideño... pensaron que me habían llevado a visitar las casas del vecindario en procesión, y permanecí atascado entre dos cajones por algunas horas.

Obviamente, debo aclarar, esta profesión que practicaba yo como Niñodios debe considerarse de ‘alto riesgo’, junto al paracaidismo con paraguas y el submarinismo con soga al cuello. Una vez, por ejemplo, estaba en un pesebre ‘vivo’ con una vaca y un burro y unas dos ovejitas, todos traídos del campo el día anterior, a los cuales, sin embargo, no les habían alimentado bien... un desesperado vecino pudo, agarrándome de un brazo, arrebatarle a la vaca su bocado cuando ésta ya me tenía tragado medio cuerpo adentro… En ese tira y afloja entre la vaca y el vecino, venció el vecino, pero al costo extremo de que mi brazo izquierdo es 8 centímetros más largo que el derecho. Problema extremo, como ustedes en su sapiencia imaginarán, cuando en la escuela debía usar el uniforme o como cuando tenía que aplaudir por cualquier razón.

Por delicadeza, no puedo contarles otros episodios terribles de mi infantil trajinar como divino niño…, como cuando, en emoción religiosa, un párroco me bañó, a las doce de la noche de un 24, con agua bendita, pero helada. ¡Claro, a esas horas, las benditas aguas no están ni siquiera tibias!

Decidí, por salud, dejar de practicar uno de los oficios menos reconocidos, mal remunerados y más arriesgados en el mundo, por lo que cuando ustedes, navideñas amigas y navideños y jolgorientos amigos, van de compras o se reúnen en el canto navideño, yo, como ex-Niñodios, recuerdo el desamor del género humano.


Marcelo Medrano Hurtado

(24 diciembre 2014)

lunes, 9 de junio de 2014

BITÁCORA 04

Donde se relatan las peripecias nuevas y novísimas que al Gentilhombre Cumpleañero hubo de acaecerle y de la revelación definitiva de extraño y centenario test de extraña personalidad superheroica.

Día: -5 - precumpleañero.

Estimadxs Todxs:

1.
Escribo en esta oportunidad como una forma de alertaros que en la semana presente se materializa la tan esperada magna celebración al Cumpleañero (día -5, o sea, ‘día menos cinco’ antes del implacable 'día cero'). Sí, gracias. Gracias por las no pocas felicitaciones anticipadas. Amables ustedes, son de gran corazón. Les comento que han habido gestos espontáneos e invitaciones a almuercitos, y merienditas, y karaokecitos, y cafecitos, y…, y otras situaciones innombrables -por el momento.

Sin embargo, con cierta seriedad, algunas amistades se han dirigido a mí en tono amistoso para contarme algunas inquietudes que atraviesan sus frágiles cabezas respecto a mantener la amistad con quien suscribe estas líneas.

No los culpo: ellas y ellos, entre muy serios y preocupados, por lo descrito en mi Bitácora 03, me acusan de demasiada ligereza ante algunas situaciones importantes, de tomarme las cosas siempre en broma, de intentar forzar -en aquellos a quienes escribo- una forzada sonrisa con mis supuestos ‘buenos’ chistes, que parecen más bien interminables quejas. Que ya basta de festejos precumpleañeros y bitácoras y barbaridades similares, me dicen, y que lo mejor que puedo hacer es 'sentar cabeza'. Para conseguir aquello, me han recomendado que acceda a lecturas más luminosas con el afán -de ellos- de que –yo-, por fin, pueda acceder a una mayor, mejor, más sólida y necesaria, para mí y el país, madurez. O sea, que siente bien cabeza. Mmmm...

(Si tú que estás leyendo consideras que el párrafo anterior es una infamia contra mí, y que yo SI soy una buena persona, bien alhaja, y de mucha madurez, y que estás dispuesta o dispuesto a organizar el respectivo festejo precumpleañero, suspende la lectura y abandona este blog. Caso contrario, si te sumas a las desatinadas consideraciones anteriores, continúa la lectura).

2.
Bueno, continúo. Me han sugerido lecturas más formativas, sobre valores y virtudes, pero, sobre todo, los más ‘preocupados’ me dijeron: "Ve, Marcelo, para que te civilices un poco más, revisa las biografías de personajes notables e ilustres, a ver si algo se te pega..." y, aunque no entendí la indirecta enviada contra mí con aquella amigable y honesta sugerencia, decidí enrumbar las lecturas de esta semana en calma civilizada, en casa, sin caer en las tentaciones clásicas de los festejos por cumpleaños (múltiples farras y excesos).

Y procedí con mucha seriedad a buscar, en los archivos de la memoria, a aquellos personajes célebres, históricos, inolvidables, ejemplares, que entregaron sus vidas por causas nobles y serias, y que podrían servir como ejemplo para enrumbar mi atribulada existencia. Eso sí, bien serias deben ser, como pretenden mis amistades que sirvan de ejemplo para mi agitada existencia. Y, claro, me digo, mmmm, veamos, busquemos un tipo serio,..., mmmm, quién mejor que el Cristo, el mismísimo Jesús que, de acuerdo al sagrado libro, nunca rió... ¡Gran maestro en la seriedad!

Pero, claro, ya les escucho: "Verás, Marcelo, civilízate, no seas bestia, no te hagas el irónico... ¡Respeta al Cristo!". Chuta, fregados ante la contundencia del reclamo…

Ya, ok, ok, les escucho. Al alcance de la mano, veo un libro de grandes biografías: Copérnico, Colón, Beethoven, Napoleón,..., todos tipos serios. Y una señora, Mme. Curie, también doña seria, sin escándalos... aparte de los de la radiactividad, jajaja.

Hummmm, perdón.

Fregado estoy, la ironía y el sarcasmo me acompañan ("inmadurez", según algunos de ustedes). Ahora bien, con atención miro en mi biblioteca y descubro un grave error de acopio libresco: casi ninguna biografía, casi nada de nada de vidas ejemplares, ¡no tengo ni he tenido referentes reales en mi vida! "Solo pura teoría", les escucho que dirigen esta conclusiones contra mí y, lo peor, creyendo en sus críticas hacia mí.

Humm.

Aunque en un extremo, les comento, al fondo, bien abajo, alcanzo a percibir un pequeño bulto de revistas llenas de biografías de personajes ilustres que se sacrificaron por la humanidad entera... ¿Adivinan ustedes a quiénes me refiero? Mmmm, parece que no.

O, ¿¿acaso Supermán, Batman, Flash, la Mujer Maravilla, Ironman y otros no han sido eso, grandes sacrificados por la humanidad?? ¿Personajes que han arriesgado sus vidas para proteger a la humanidad de gente como yo? ¿Vidas ejemplares con el único fin de solventar los pecados que usted, usted y ustedes cometen a diario?

Tras un análisis detenido, es obvio que en el grupo citado hay de todo: extraterrestres caídos en la Tierra, mutantes que adquieren superpoderes, científicos que cometen errores garrafales o experimentan consigo mismos; en fin, personajes oscuros con tragedias dignas de un paranoico lleno de traumas, pero que son ejemplares y bienintencionados no se puede dudar. Y, en contraste, todos con bonitos o escandalosos uniformes para dar seriedad a su imagen. Y esto me deja pensando… Chuta, más fregado todavía: ¿tocará confeccionarse un uniforme de personaje serio y civilizado? ¿Qué colores vienen bien con mi augusta personalidad y mis ojos color miel? Ayuden, plis. jajajaja.

Ya, ya, seriedad...

3.
Ante tal contundencia de información, he decidido hacer un balance sociológico de estos personajes importantes, de los superhéroes que siempre nos han acompañado desde nuestras infancias, y ver cuáles de sus cualidades comparto yo con ellos, o ellos conmigo. Seguramente ustedes ya comenzaron a hacer la comparación entre mi persona y los superhéroes, y seguramente ya encontraron algunas similitudes en virtudes humanas o superheroicas. (Claro, además, algunos considerarán este análisis mucho más mejor que aquel de Ariel Dorfmann, de hace añísimos,...). Gracias.

A ver, después de sesudas y CIENTÍFICAS REFLEXIONES, a continuación cito las características generales de los superhéroes y, en paréntesis, mi respuesta de si mi augusta personalidad coincide o no con aquellas cualidades. Cada respuesta afirmativa valdrá un punto, una negativa vale cero. Al final, se suma, y listo.- Dicho sea de paso, les sugiero a ustedes también hacer el ejercicio de comparación y que contabilicen su respectivo puntaje. Tal vez haya entre nosotros más superhéroes y superheroínas de las que solemos imaginar. (Y, obviamente, pueden difundir el Test entre sus conocidos).


4. EXTRAÑO PERO CIENTÍFICO TEST DE PERSONALIDAD SUPERHEROICA

1. Todxs, héroes y heroínas, son bien inteligentes
(Obvio, se me nota a leguas,... es decir, hago el balance y concluyo que: SI)

2. Todxs consideran que su venida o existencia en la Tierra es con el propósito de mejorarla
(SI, desde chiquito eso me decían en mi casa y en el jardín de infantes...realmente, concluyo, mi existencia le ha dado un poquito más de brillo a la Tierra, modestamente hablando…)

3. Todxs son despreciativos del dinero, salvo si es que es utilizado en la causa noble de la lucha contra la maldad
(SI. He invertido bastante de mis recursos en sostener esa lucha...)

4. Todxs ejercen un manejo excepcional de la tecnología
(a ver: me defiendo ante una computadora, sé manejar blackberrys y cajeros automáticos,...y un amplio etc. SI… Aunque aclaro que todavía no se me ha permitido pilotear una nave por los aires, valga la aclaración, pero es cuestión de tiempo porque ya mismo me la prestan).

5. En el pasado de todos, héroes y heroínas, algún evento traumático ha ocurrido en su niñez y que condicionó su tendencia heroica: explosión del planeta de origen, asesinato de los padres,...
(Mmmm, SI. Sincerándome, les cuento, para solventar dudas vuestras: en mi infancia, a un perrito mío lo atropelló un bus en la cuesta de la calle Cuenca, en el Centro de Quito, y lo arrastró varias cuadras al pobrecito. Fue doloroso, terrible experiencia, muy dura, porque daba la casualidad que yo le llevaba al perrito con una correa que quedó atascada en el bus y el arrastrado también fui yo, varias cuadras. Hay que recordar que la calle Cuenca no estaba asfaltada sino era de piedras, muchas angulosas y hasta con filo, y justo en esos momentos a una señora se le ocurrió gritar que lo que sucedía era una representación teatral moderna del arrastre a Alfaro, así que en lugar de gritos que pidiesen que el bus se detuviera, hubo palmas y vivas por lo real de la supuesta representación. Por ello, al busero ‘no le quedó más remedio’ que dar dos vueltas más a la manzana...arrastrándome y, lo peor, llevándose las felicitaciones del público, mientras que a mí y a mi perrito nos recogían los pedazos desperdigados en una funda y con cucharita… Claro que, añado, al llegar a casa, al verme así de sangrante por el arrastre, preguntaron por el perrito, pero al enterarse de lo acontecido, me dieron encima con la correa... Conservo algunas marcas de aquel evento... de los dos eventos. Este acontecimiento traumático me motivó a pensar que el sentido de mi existencia era luchar siempre por la justicia y contra esa extraña y primitiva especie archienemiga de la sociedad que son los buseros).

6. La existencia de archienemigos propios.
(Hummm, SI. Aparte de los buseros, tengo en mente a algunitos de ustedes que han desarrollado personalidades de Guasones, de Gatúbelas, de Lexluthores,…: a ti, a ti también, y a ti, obviamente –¡cuyos nombres se harán saber a la comunidad a su debido tiempo, cuando por fin se haga justicia!-)

7. Ocultamiento de la personalidad de superhéroe bajo el disfraz de persona normal o subnormal
(SI. He ocultado mi personalidad heroica bajo esta apariencia de tipo amable, fresco, alhaja, para que no se noten las excepcionales cualidades de todo tipo que poseo y que, a veces, yendo en bus o en trole, ya no puedo ocultar y las guambras, sobre todo, se aproximan a tomarse siempre un selfie conmigo… (Aclaración válida frente a la pretendida ‘originalidad’ de algo parecido que se presentó en unos chiveados premios Oscar).) .

8. Existencia de algo que altera y destroza su cualidad de superhéroe: la kriptonita y similares
(SI, SI, SI, pero no puedo decirles de qué se trata, porque puede que a alguna de ustedes se le ocurra atacarme con eso).

9. Workalcoholic, o sea, adicto al trabajo de superhéroe.
(SI)

10. Medio traumado pero con estricta ausencia de vicios: cero alcohol, cero tabacos, cero glotonería, cero lujuria,...
(Chuta, ¡touché! Si me han dicho y en coro, que ando medio traumado, sobre todo por mi buserística  experiencia pasada, pero,…, pero,…, NO. No es que tenga vicios así, salvo una o dos cervecitas en algún antro, pero solo ese dato ya daña la científica encuesta. Dios mío, ya no cumplo esta décima condición, sniff…)
......
A ver. Es el momento del balance: la suma es de nueve respuestas de diez posibles... ¡SIN COMENTARIOS! Ahora entiendo la envidia por mí provocada en ustedes... Jaja. De acuerdo al TEST CIENTÍFICO DE PERSONALIDAD SUPERHEROICA anterior, soy un 90% superhéroe. Jajajaja, ya lo sabía. Y lo sentía. Y, lo mejor: ustedes ya lo sentían y lo sabían.

Obviamente, les comprendo: un dato así genera envidia, mucha envidia y celos, y ya entiendo la envidia que vosotras y vosotros tenéis hacia mí. Un héroe también debe ser comprensible con aquella perturbación vuestra, jaja. Ante este contundente dato, mis estimadas y estimados, les informo que sí ustedes quieren tomarse una foto con este humilde héroe, hacerse un selfie, se les solicita sacar cita con anterioridad y que no basta con aparecerse en la calle y pedirme la foto. Ojo. Jaja… 

Sin embargo, una voz alcanza a gritarme: "Pero, Marcelo, así no es la cosa: se es totalmente un superhéroe, no solo un porcentaje de superhéroe, eso no sirve para nada". Otra voz continúa: "Claro, Supermán, por ejemplo, es superhéroe porque cumple las diez características del Test anterior, y no solo nueve. Para que veas...". Y una tercera voz, que se va convirtiendo en coro, declara contundentemente: “Supermán y Batman y los otros sí son superhéroes y no un ‘simple porcentaje’ de héroe…”.

Chuta, mis estimados, se me está borrando la amplia sonrisa, yo que me había emocionado y que había recuperado mi autoestima y que, además, era la envidia de ustedes que son, como está demostrado, para nada superheroicos... Esa Décima Característica, dios mío, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿POR QUÉ…? SNIFFF…

5.
En este despecho de ser solamente un noventa por ciento heroico, en reconocer lo terriblemente frágil que uno es por la Décima Característica, los traumas acumulados desde mi infancia ya no tan heroica considerados en la Quinta Característica han aflorado nuevamente. Y me siento más mal porque, conociéndoles a muchos de ustedes, la Décima Característica, la de no tener vicio alguno, ha sido superada por ustedes tan dechados de virtudes como siempre han sido desde chiquitos.

6.
Caído ya en el pozo de la amargura, imaginando a ustedes reírse de mi heroicidad incompleta, subiendo a sus feizbuks los comentarios contra mí, considerando que ustedes son expertos en hacer leña del árbol caído,…, en este oscuro momento ocurre un verdadero milagro. ¡Milagro caído (literalmente) del cielo! Jajajaja.

7.
Elé, para los envidiosos que creyeron que me vencieron, jajajaja. Eso les pasa por creerse ‘instruidos’ y sabihondos y no conocer las biografías de TODOS los superhéroes... Jajajaja.

"Ya, ya, Marcelo, tranquilízate, me dicen. ¿Qué pasa? Yaff, ya estuvo demostrado que no puedes ser un porcentaje de superhéroe, ¿por qué gritas de felicidad?"… Y, jajajaja, mirándoles, vuelvo a reír.

Miren, para confirmar que la Décima Característica ha sido superada por mi persona, pongo a su consideración, para vuestra reflexión, autorreflexión y co-reflexión, con afanes de amabilidad y SIN DAR NOMBRES, un ejemplo bizarro de revista de comics de superhéroe. Versa sobre las Fantásticas Aventuras del Capitán AL-COHOL.

¡Es en serio! Superhéroe venido de un planeta lejano ubicado a millones de años luz de nuestro planeta, el Capitán Al-Cohol llegó en su nave espacial a una zona climática completamente hostil: el polo norte!!!!!! O sea, nada de las principales ciudades frecuentemente atestadas de criminales y de superhéroes. Sus poderes,..., mmmm, mejor lean (aunque está en inglés) y vean a this superhero.

8.
Ahora bien. Hechas las puntualizaciones del caso en esa Décima característica, les informo que cumplo y he cumplido las diez condiciones del precedente Test, es decir, arraso con el 100% de las características positivas de SUPERHÉROE. Gracias, gracias, no aplaudan, gracias…

En efecto, cumpliendo con los estándares internacionales para desempeñar esa compleja y arriesgada tarea, y que, según esas mismas normas, ustedes deben tener gran consideración a los verdaderos superhéroes, deben agradecerles, invitarles a comer, darles regalitos,…, se hallan plenamente justificadas las exigencias mías de festejos precumpleañeros.

Ahh. Y para todos aquellos que pedían a gritos -como consta en los primeros párrafos- que me civilice, les remito el resultado del Test anterior: 10 sobre 10. 100%. O sea, a un espíritu heroico –según los clásicos estándares- no se le pide aquello. Se le disfruta, nada más. Gracias.

9.
Obviamente, ya dejen de envidiarme porfa; más bien, les reto a todas y todos a realizar con franqueza y feroz autocrítica aquel científico Test, no sin antes comentarles que para algunos casos de ustedes, conociéndoles como les conozco, los porcentajes serán francamente desalentadores…

Por cierto, si toman valor y realizan el Test, solicito pueda enviárseme una copia de los resultados, o publicarla en este blog para conocimiento masivo.

Finalmente, en esta semana que acaba de iniciar, este Gentilhombre y Superheroico Cumpleañero, les solicita que organicen los festejos respectivos. Una foto, un selfie con quien cumple un 100% del Test, les elevará la autoestima y animará las próximas semanas de sus no tan heroicas existencias.

Atentamente
Marcelo
100% de ya saben ustedes qué.


09-06-2014

martes, 3 de junio de 2014

BITÁCORA 03

Donde se relata la extraordinaria y nunca contada situación del gentilhombre cumpleañero cuando le hubo de acaecer conocer a personaje histórico y sus Tres Magnas Profecías y de cómo se prepara estoicamente para Mundial próximo…

Estimadxs Todxs:

1.
Ocupado como estoy en este mes de junio en coordinar las actividades diversas que se me han planteado con motivo del onomástico que me corresponde celebrarlo a mediado de mes, por lo que había pensado seriamente en no escribirles ya. La culpa de sentirme motivado a hacerlo la tiene el partido del sábado anterior (Ecuador - México). No soy de los que sucumbo ante la parafernalia mundialista; sin embargo, puedo anticipar ya posibles desenlaces futboleros.

La inminencia del mundial me ha traído a la memoria al personaje ya infaltable de los mundiales y que lo extrañaremos con el corazón en la mano… ‘¿Aguinaga?’, me pregunta alguien que interrumpe mi reflexión; obviamente, no me refiero a él. ‘¿Maradona?’, me inquiere una dama  por acá cerca; obviamente, tampoco. ‘Entonces, -en coro y con cierta impaciencia me preguntan- ¿quién, pues?
Mmmm, obviamente me estoy refiriendo al inefable, implacable, único, al auténtico, increíble, al elegido de los dioses y reverenciable… ¡¡Pulpo Paúl!!

¿Véis ya que este personaje magno de la historia deportiva contemporánea nos hace una gran falta? Alzad la mano quien está de acuerdo conmigo,… Sí, es uno de los pocos temas en que hay consenso masivo y general. Levanten las manos quienes tienen un hueco en el corazón por la ausencia de nuestro gran amigo, Paúl… ¡Somos Legión!

Bueno, como les comentaba, hace cuatro años, se pedía, se rogaba, se imploraba con mirada dolida hacia el cielo que el entrañable Pulpo Paúl sobreviviera hasta este campeonato. Algo que, lamentablemente no sucedió. Snifff… Más aún, desde su ausencia, han existido otros vanos intentos de emular su grandeza y se han difundido loritos, perros, gatos, atunes, lagartos, y hasta ositos panda, como posibles sucesores. ¡Terrible!

Como Yo sí era amigo del Paúl -envidiosos-, algunos recordarán que Yo sí pude hacerle una entrevista personal, en vivo y en directo, frente a frente, y que he decidido desenterrarla como un homenaje a este buen amigo MÍO. En definitiva, en generosa actitud cumpleañera mía, la comparto con ustedes. De nada.

…………………
ENTREVISTA A PAÚL, EL PULPO
Marcelo Medrano
(09 julio 2010)

1. Acabo de llegar al acuario Oberhausen Sea Life, de Alemania. La presencia de este investigador-analista-periodista en la entrada del sitio, llama la atención de propios y extraños; algunas turistas se fotografían junto a mí: piensan que soy una estrella de cine porno, por lo que cobro la foto en dólares, marcos alemanes o… Ingreso por una puerta tras la estricta revisión del personal en tres anillos de seguridad. La claridad del día da paso a una suave penumbra, envuelta en murmullos de los pocos camarógrafos, fotógrafos y enviados de los principales medios de comunicación presentes. A la izquierda del local, puede apreciarse un conjunto de fotografías y anuncios propios del lugar; a la derecha, se puede observar... "Ya, ya, pues, Marcelo, al grano, yaff", me dice usted, con cierta desmesura en la voz de impaciente lector, "queremos conocer la entrevista, vaya al grano, rápido. ¿Y el pulpo? ¿Y Paúl?". Mmmm, ante la emotividad del  pedido, accedo a esa respetuosa  petición y obviaré otros detalles.

Como es de conocimiento general, los pulpos son cefalópodos invertebrados... Mmmm, ¿por qué entornáis vuestra mirada? ¡Ignoráis lo que os comento? A ver: ¡cefalópodos!, ¿se me entiende? Ce-fa-ló-po-dos... ¿Qué, no se entiende? O sea, que tienen los pies en la cabeza; o sea, que el pulpo es solo cabeza y pies: no tiene cuello, ni ombligo, ni abdomen. (Aclaración pertinente para todos aquellos que ‘pasaron copiando’ la materia de biología, en el colegio.)

Los pulpos, como todo cefalópodo que se precie, tiene los pies pegados a la cabeza, poseen tres corazones y un montón de cerebros, por eso son medio cabezones. Y ocho tentáculos, cada uno gobernado por un cerebro. ¿Qué? ¿No lo sabía? Mmmm. Ok. De nada. Continúo. Llego y me acerco al acuario-vitrina-vivienda-hogar de Paúl. Se hace el dormido pues tiene los ojos como adormilados: salta a la vista que le incomodan las cámaras; sin embargo, mi presencia le llama la atención y solicita que se me deje acercar hasta él. ¿Que cómo hizo Paúl para pedir aquello? Fácil, desconfiada lectora: se lanzó y quedó estampado en el vidrio de la pecera gigante, como estrella, fijando su mirada en dirección hacia mí. Ese gesto, en lenguaje pulpídeo, por si no lo sabía usted, significa que en el animalito se ha generado algún pulpídeo interés en algo. Me saluda, levantando uno de sus brazos izquierdos. También le saludo. Le veo que se alegra con mi presencia y parece sonreír. Intenta decirme algo, pero, pero, peerooooo, el  vidrio no permite la comunicación. Tragedia. En señal de incomodidad, de enojo, Paúl se eleva y cae al fondo del acuario, choca, y va de allá para acá, y se oculta tras una roca… ¡Quiere contar sus cefalópodas vivencias pero el vidrio se lo impide! Pero, por si usted tampoco lo sabía, el pulpo es uno de los animales más inteligentes que existen, resuelve laberintos, por ejemplo, cuestión que si la hubiera sabido Teseo, el mito del Minotauro hubiera tenido otra trama y otro hubiera sido el héroe, y sin necesidad de hilos ni nada... En fin,… Así que, le sigo contando: por invitación del pulpo, y tras otra revisión del personal de seguridad, decido entallarme un traje de buzo y un tanque de oxígeno y entrar a su acuario-hogar para que la entrevista pueda realizarse.

Mientras me coloco el traje de buzo (una pantaloneta mundialista, comprada en el Ipiales),  recuerdo y reflexiono ante esta oportunidad, única en mi vida, sobre algo a lo cual no había tenido respuesta: cuando estudiaba en el colegio otros idiomas, y estudiaba inglés por obligación, aprendí también varios idiomas distintos: uno de ellos, y al cual dediqué muchas horas ante el espejo, y a pesar del bullyng de mis compañeros y profesores, aprendí lenguaje pulpídeo, sin saber que años después, o sea ahora, tendría la oportunidad de aplicar mis vastos conocimientos sobre ese idioma. Para que vea lo complicado del asunto, puede consultar, lectora, lector, una de las biografías sobre Paúl, en idioma pulpídeo, en: http://ja.wikipedia.org/wiki/%E3%83%91%E3%82%A6%E3%83%AB_(%E3%82%BF%E3%82%B3)

2. Entro al hogar de Paúl. Se produce un silencio suave a mi alrededor. Desciendo. Lo veo al fondo, parece sonreír con mi presencia. Los pulpos son animalitos tímidos, pero parece que le genero confianza. Se acerca y saluda, muy atento, me da la mano,... digo, el tentáculo, por lo que procedo a corresponder el gesto saludándole siete veces.  Señalando una roca, me invita a sentarme, para iniciar la entrevista. Como siempre hay algún envidioso entre los lectores (y que podría yo dar sus nombres, pero me aguanto), les comento que es obvio que con el tubo de oxígeno en la boca yo no podía 'hablar', pero la conversación en lenguaje pulpídeo se da con señas, con gestos, con miradas, con expresiones faciales y corporales diversas. Y, además, para que lo sepan, los pulpos son sordos. Son cabezones pero no tienen orejas ni oídos. Revise una foto de algún pulpo cercano a usted, y compruebe esta evidencia: ¡ningún pulpo aparece con gafas o lentes!

Bueno. Ni bien me siento sobre una resbalosa roca, siento sus ansias por entablar diálogo. Contornea sus músculos faciales y pregunta: "Marcelo, ¿de dónde eres?". Fregados. Voy a hacerle una entrevista y él empieza con las preguntas. "Muy inteligente el pulpo", me digo. Le comento que soy de Ecuador, de América del sur, que... Y me interrumpe diciéndome que le gustaría visitar estas tierras, que se siente bastante atrapado en el acuario, que quiere hacerle a la de mochilero y venirse nadando para acá, que los alemanes son muy parcos y que quiere desestresarse viajando un poco, pero de incógnito, "para evitar que la fama se me suba a la cabeza", dice. "A la cabezota" pienso, y sonrío; claro, Paúl se da cuenta de mi pensamiento y se ríe. Bueno, es difícil explicar eso de la risa en un pulpo, pues tiene justo bajo su cabeza, en la parte donde se unen sus tentáculos, una boca, con dientes, por donde se alimenta. Así que cuando digo que Paúl se ríe quiero decir que se puso frente a mí con los tentáculos apuntando a todos los puntos cardinales y enseñándome los dientes. Jaja. Y no paraba de reírse. Genial el Paúl. Jajaja.

Bueno, eso me sirvió para tomar control de la entrevista. "¿Edad?", 'dos años y medio', me dice. "¿Familia?", 'Sí, pero se quedó en un lugar lejano...’, y le veo, en los ojazos que tiene, que medio se entristece… Inglaterra está lejos. El Pulpo Paúl, para que lo sepa usted, amable lector, para que esté enterada usted, dilecta lectora, ¡el Pulpo Paúl es inglés! Tan inglés como el mismo fútbol y de la misma tierra de Los Beatles ('escarabajos', otros bichos). Quién sabe si ya lleva en los genes pulpídeos los genes del fútbol, con lo cual le resulta muy fácil predecir los resultados.

Cambio de tema, rápidamente, moviendo mis manos y realizando gesticulaciones complicadas con mi rostro. "¿Partido político?", ‘ecologista radical -responde-, disgustado por esto que hacen ustedes de derramar un aceite negro por otros mares, pues sépase que los únicos que tenemos derecho a botar aceites y tintas negras somos nosotros…’.  Siento que me reclama, y que está bien informado. Me comprometo a enviarle más información sobre el tema. Es un tipo inteligente, curioso e incisivo Mr. Paúl. En ese momento, la conversación se interrumpe. Es la hora de la predicción. Me dice que no me vaya todavía, que espere, que va a trabajar. Aprovecha para comentarme que hace eso de las predicciones para poder alimentarse, pues le dan su comida favorita; él se define como 'un obrero de las predicciones', y que a su debido momento quiere armar un ‘partido de los obreros psíquicos pulpídeos’: trabaja para comer, y le explotan, me dice… Medio marxista me resultó Paúl. Buen tipo. Lo que no entiende –me dice- es que le den la comida dentro de unos frascos, con una tapa encima, que le toca a él destapar para poder comer.

Entonces, tiende tres tentáculos y los coloca sobre mi cabeza mientras me mira fijamente. Para los envidiosos e ignoradores del lenguaje pulpídeo, eso signiica: "oye, Marcelo, eres buena persona, te considero ya mi amigo, no te vayas para seguir conversando". Hago lo mismo colocando mi mano en su cabezota, y le veo nuevamente sonreír, jaja. (En el video que registra su orácula acción, se le ve alegre al Pulpo: ¡ahora usted ya sabe el porqué!).

3. La prensa ha encendido sus decenas de aparatos, en un espacio estrecho, para transmitir en directo el pronóstico. Paúl lo sabe. Se instala, bajo un silencio de expectativa total, ante dos frascos con dos banderas distintas (Alemania y Uruguay). Pasa un minuto, dos, dos minutos y medio y... regresa a verme. ¡En serio!, si lo dudan, revisen los videos originales y van a notar que Paúl regresa a ver a otro lado. Ahora ya saben porqué lo hizo. No sean envidiosos… ¡Contorsionó su cabeza y alzó cinco tentáculos!, vean el video, incrédulos lectores: simplemente estaba contándome un chiste pulpídeo, un buen chiste. Jaja, insisto, buen tipo es el Paúl.

Seis minutos: concentración total, mirada profunda, tentáculos moviéndose rítmicamente, con la mirada fija en los frascos y en su alimento. Siete, ochoooo minutos. ¡Nueeeeevvvvveeeeeee!, ¡nueve minutos de concentración total!, y decide acercarse a los frascos. Con un gesto maravilloso, que se ha ignorado en los medios por la idea de los pronósticos, Paúl, con sus tentáculos, destapa el frasco de vidrio. ¡Qué maravilla verlo destapar ese frasco! Impresionante. Mis respetos. http://www.youtube.com/watch?v=gAbSqgM4-uU

 (Y mis respetos aumentaron al acertar el resultado final a favor de Alemania…).

4. Terminado el ritual, y ya algo silenciado el acuario luego que la voracidad de periodistas y similares contemplaron la predicción, regresa para el diálogo. Me cuenta de sus amores frustrados con una pulpa alemana... Y de sus añoranzas por los mares abiertos y el dejarse llevar por el movimiento de las aguas. Chuta, estamos en fase melancólica, intuyo, y ni cómo brindarle unas bielas al Paúl, no tanto porque a él no le gusten, sino porque me requisaron la sixpack cuando entré al acuario. Le consuelo diciéndole que si una pulpa le partió el corazón, le quedan todavía dos más, así que mejor levante el ánimo…

En ese momento, hubo una agitación inexplicable en las tranquilas aguas de la pecera y Paúl se despidió… Mmmm, era hora de descansar, así que, medio congelado, me tocó salir.

No lo volví a verlo en varios días. Su fama era tal que miles de gentes querían visitarlo, y las filas de espera eran largas, demasiado: habían hecho de él, tan simple y natural, un objeto de consumo. Las muchas cámaras no dejaban de multiplicarse…

Intenté entrar varias veces, pero ya la seguridad se volvió más ‘exclusiva’: solo la gente de la prensa y celebridades… Sin embargo, no cedí ante tal desplante: una tarde, fui descubierto cuando, disfrazado de almeja gigante, logré superar dos círculos de seguridad, pero fallé en el tercero y último. Me tomaron preso y, alegando que había infringido leyes fitosanitarias, me echaron encima unos dos baldes de jugo de limón puro y, disfrazado todavía, me deportaron para Ecuador.

5. Pasaron algunos meses en los cuales intenté viajar nuevamente a Alemania, pero siempre me lo impidieron pues, en los registros policiales, constaba yo como amenaza fitosanitaria, una especie de bomba biológica de destrucción masiva… El 26 de octubre del 2010, la noticia conmovió al mundo no solo deportivo: la pulpídea existencia de Paúl terminaba.

He recordado a Paúl a propósito de la Eurocopa del 2012 (recordar que esta crónica se la escribió en 2012): para él hubiera sido fácil pronosticar cuál equipo se llevaría el título. Y, después, pronosticar si esta vez íbamos a clasificar al Mundial del 2014. Lastimosamente, los pulpos, si no les hacen cebiche, viven máximo unos tres años. Y Paúl, al momento del Mundial anterior, tenía dos años y medio; o sea, había ya la sabiduría que da la vejez.

Claro, hay que recordar que muchísima gente –incluido usted, y usted, y también usted otra- celebraron el prodigio de Paúl… devorando a sus parientes en cebiches, sopas y etc. ¡Terrible!

No tuve noticias nuevas de Paúl hasta que, allá en diciembre del 2010, me llegó un video suyo. Quien me lo entregó, dijo que en ese video el pulpo parecía haberse vuelto loco porque se contorsionaba, gesticulaba, movía sus tentáculos,… “Ingenuo -pensé yo-, eso pasa por no saber el lenguaje pulpídeo”. Paúl, en quizás sea su último video, me mandaba un mensaje de cinco minutos ocho segundos. En ese video, Paúl me cuenta varias cosas (ya saben ustedes que amigos éramos), entre ellas, en qué consistía su facultad de predicción. En serio.

Realmente, estoy tentado en comentarles los contenidos de su último mensaje. Mmmm, aunque no lo sé. No sé si la Humanidad y ustedes están preparados para sus tres grandes predicciones…

………………………

Han pasado ya cuatro años desde su partida, y todavía no sé si están preparados para sus Tres Profecías...

Marcelo Medrano Hurtado
(Quito, 03-06-2014)

domingo, 13 de abril de 2014

BITÁCORA 02
Donde se relatan las extraordinarias y jamás oídas difíciles situaciones del gentilhombre cumpleañero cuando les hubo de acaecer en la semana mayor, y de cómo las vicisitudes apócrifas aquellas son inspiración para espíritus piadosos…

DÍA: -60
CRÓNICAS APÓCRIFAS DE UN VIERNES SANTO

1.
A mí siempre me ha conmovido la Semana Santa. Mmmm, en esta época, muchas imágenes se agolpan en la memoria y siento una especie de estrujamiento del corazoncito, a la par de un estirón y torsión de los músculos de la espalda. Claro. El cuerpo tiene memoria y recuerdo siempre los azotes que mi espalda desnuda recibía en las procesiones…  ¿Y esa expresión de sorpresa? ¿No lo sabía? Y, ¿por qué? Seguramente, usted sí supo que yo llevé una vida apegada a los rituales cristianos, como lo evidenciaron mis participaciones infantiles en navidad: de pequeño, y para envidia vuestra, se me contrataba como Niñodios para los pesebres vivos. Durante siete años, adorné mi desnudez infantil un sinnúmero de pesebres a los largo de la ciudad…

Pero parece que usted conocía poco de mi acentuada participación en las procesiones de semana santa. Es que tenía pinta para eso -le cuento-, para desfilar como Cristo. Obviamente, siempre en el papel estelar. Así es. Imagínese nomás: a mis veintidós años, delgado, pero no esmirriado, de porte y caminar altivos, de mirada acogedora pero enérgica, y como me dejaba crecer la barba durante la cuaresma, un rostro sereno y espiritual. Realmente, parecía un Cristo de kilates muchos, como aquellos medievales previos al Renacimiento.

Había cierto esfuerzo en todo aquello, es necesario que lo conozcan: lecturas de la Biblia durante años, y en varios idiomas, incluso intentando leer algunos de sus libros en hebreo, hasta que alguien me dijo que había que leerlo de derecha a izquierda, y no al revés, y se me arruinó todo lo aprendido en el idioma original.

2.
Bueno, le comento que yo me tomaba muy a pecho el poder salir en la procesión. Durante semanas, me preparaba física y psicológicamente para ello. Ser Cristo procesionario no es para nada fácil y en nada se asemeja a los de Hollywood; menos aún cuando debes caminar muchas calles y por varias horas, bajo lluvia o sol extremos, rodeado de feligreses que compiten en su fidelidad espiritual.

Practiqué lo de las procesiones durante seis años seguidos, el séptimo descansé como corresponde al mandato bíblico y el resto del tiempo me la he pasado recuperándome de tales esfuerzos. Es que sí es bien pero bien difícil aquello de ser Cristo de procesión. Una profesión de alto riesgo. Ya les cuento. Por cierto, por favor, lo que les comentaré, plis, porfa, no vayan a practicarlo en sus casas ni dejen esta información al alcance de los niños. Solamente los expertos y de carácter fuerte y con alto entrenamiento podemos enfrentar con éxito este reto. Agradezco su comprensión.

(Advertencia: Suspender aquí la lectura si usted es menor de edad o persona sin criterio formado).

3.
Cada año, todo comenzaba el miércoles de ceniza. Después del desmadre carnavalesco -eso de, mínimo, mojarse por fuera y por dentro-, entraba yo en periodo de introspección total, de meditación: era la cuaresma. Reducía entonces la cantidad de comida a dos y hasta a una porción diaria, algo no tan difícil en épocas del febrescorderato y borjismo neoliberales. Nada de excesos ni de fanescas ni de farras ni de besos ni de... Bien esforzado era ese periodo, pero lo cumplía a cabalidad. Semanas intensas de penitencia, más que por mis pecados, por los pecados de ustedes… Ya en el domingo previo, llamado comúnmente ‘domingo de ramos’, no comía nada porque ese día era, en términos técnicos, mi último domingo por estos lares. Y ese domingo me era muy doloroso, ¿sabe?, porque ya sabía yo que uno de ustedes me traicionaría en la semana siguiente. Eso no es fácil de sobrellevar, le comento. Esa semana era de desconfianza total ante todos los que me rodeaban pues –fijo- me iba a vender alguien por treinta monedas que, a la cotización de aquellos años era, redondeando la cifra, de unos tres mil cuatrocientos sucres. Terrible, ¿no?

Lunes, martes y miércoles santos los vivía en reflexión y algo de ayuno, pero con mucha disciplina como corresponde. Llegaba el jueves por la noche y alcanzaba a comer algo, no mucho, porque, en sentido técnico, usted ya sabe, era la comida última de las últimas, la final final, y eso sí sacude el alma y el estómago.

Luego, me dirigía entre los primeros hasta la Iglesia de San Francisco, acá, en Quito, pues allí convergían todos quienes iban a participar en la procesión de viernes santo que, por coincidencia, no sé si se habrá dado cuenta usted, siempre cae en un viernes, lo cual me impresiona todavía. Conocía ya a algunas de las personas en el lugar: don Manuel, vecino de barrio, que desfilaba como romano centurión; Carlos, Pedrito,…, 15 a 20 más, de ferviente devoción, para representar a romanos, cucuruchos, penitentes, marías, verónicas, magdalenas...

A medianoche, ya estaba con mi atuendo: una túnica y zapatillas, nada más. Pinta de Cristo.

Justo a esa hora, y esto es lo que nadie sabe, nos apersonábamos ya de los personajes. Los disfrazados de romanos se volvían romanos de verdad, en porte y gestos y armas. Las magdalenas se compungían y los penitentes clavaban su mirada en el vacío y vivían su tragedia con intensidad. En mi caso, ya crísticamente apersonado, de pie, en medio del patio, experimentaba la soledad del momento mientras miraba que comenzaban a rodearme los disfrazados de romanos, muchos, ya con sus atuendos y gestos de furia, hasta cuando de pronto: paff!, que traducido significa: puñetazo al mentón; luego, yahhhh!, patazo en la oreja, y capum!, golpe de lanza en la espalda… Comenzaban ya a vivirse los prolegómenos del vía crucis.

En el suelo, a falta de látigo, tres correazos,…, tacs!, tacs!, pracs!, porque, claro, nunca faltaba aquel que le ponía empeño con la correa pero con hebilla. Y también comenzaba el escarnio… Las burlas y el lenguaje procaz en contra de uno, el cristo, sobraban. Uno de esos años, me levantaba del suelo cuando zas!, bofetada. Y esa vez sí me dolió porque venía calzándome unas muelas. “Yayay!”, grité, a lo cual el romano del momento me dijo: “debéis dar la otra mejilla”,… y, como tenía razón en aquello, zas!, otra vez. Aprendí ese momento que calzarme los dientes debía ser actividad posterior a aquellas jornadas.

Y así durante horas en la madrugada, mientras Quito era ciudad apacible y usted, amable lector, seguramente reposaba sin imaginar lo que ocurría, igual a la historia bíblica. Claro, había ciertos momentos de respiro… de respiro para los romanos, porque ellos se hidrataban con agüitas de hierbas -porque en esa época no había gatorades-, mientras yo, generalmente en el piso, no probaba ningún tipo de líquido. Éramos muy realistas, por ello cuando otra gente llegaba a las seis de la mañana, nos miraba tan compenetrados en los papeles, y yo ya estaba golpeado y algo ensangrentado, que se conmovía y algunos hasta lloraban… Otros, en cambio, los que nunca faltaban y que iban a desfilar de romanos, llegaban y fiuuuuuu-pac!, patada voladora en el pobre cristo que era yo. Bueno, esto también era comprensible pues, en esos años estaba de moda la lucha libre y el programa de Titanes en el Ring. Tan cierto era esto que, en uno de esos años, un romano, ni bien llegó en la mañana, me aplicó una ‘doble nelson’ que me dolió incluso dos meses después de la procesión.

Les cuento: eso sí, una de las reglas era la de no guardar resentimiento alguno por la interpretación realista que desarrollábamos. Nuestro espíritu era de penitencia. No he guardado rencor a nadie, ni a don Manuel, el centurión vecino, a pesar de que durante los años de procesión que hice se la pasó latigueándome la espalda con fuete, o con correa de esas antiguas de cuero; también con ortiga y hasta con un látigo largo que se mandó a traer de España. Fuic! Fuic!, iba el látigo dejando marcas más profundas en mi espalda y piernas. Y, debo reconocerlo, esos latigazos sí que me dolieron, al punto de… de desear venganza y que le pase algo al Manuel centurión… Mmmm, pero por suerte, cuando lo usó en la calle, se le quedó enredado en los cables de luz y no pudo recuperarlo. No se electrocutó (nunca los favores son completos), pero fue un milagro. Creo. Todavía puede vérselo colgado en la calle Sucre. Al látigo, no a don Manuel. En serio. Y sin resentimientos.

4.
Son las diez de la mañana. El sol quiteño comienza a extender sus implacables rayos. La procesión  inicia su camino. Sale desde la plaza de San francisco. Lentamente y con cánticos y rezos, cucuruchos, magdalenas, marías, cristos, romanos,… , caminan por la calle mientras en las aceras, en una especie de sendero fulminantemente tétrico, las personas se agolpan a mirar, acompañar, rezar, dolerse por y con los caminantes. Escucho que avanza la romería. Es mi turno de aparecer.  Han pasado diez horas desde el inicio del calvario. Camino al medio de la plaza. Propios y extraños admiran mi caminar gallardo, aunque mi túnica esté destrozada y la sangre descienda por la geografía de mi cuerpo. Me detengo. Miro a todos con serenidad y la imagen es tan pero tan impactante, que alguna que otra ancianita estalla en llanto incontrolable.

Es el momento de la corona de espinas… Respiro profundamente pues eso sí duele, por más mentol chino que me haya puesto en la cabeza. Un romano decide acercarse, corona en mano. La gente tiembla. Lo miro imperturbable mientras levanta sus brazos para bajarlos con fuerza. Tres, dos, uno,… Yayayayayaaay, me digo hacia mis adentros, chuta ayayay. Tenaz. Yayay. Se suman dos que tres correazos de…de ya saben quién, y mientras las primeras gotas -no de sudor- comienzan a aparecer en las púas, se me coloca una cruz gigantesca en mis espaldas. Esas cruces sí que pesan, les comento, aunque debe reconocerse que estaban hechas de madera fina, lo cual era un detallito agradable, y porque su color combinaba con el color canela-miel de mis ojos. (Ojo: uno debe pensar hasta en esos detallitos). Sentir su peso en la espalda, acomodar los tres metros de madero de un diámetro de veinte centímetros, no es tarea fácil. Por suerte, la experiencia de cargar cosas me ayudaba: costales, sillones, quintales, arpas,…, sobre todo arpas, todo ayuda en un momento de la vida, dicen. Buen refrán.

Avanzo por la primera calle. La gente se conmueve. Escucho a alguien con desesperación llorar. Por ahí, alguien me reconoce: ‘ve, es el Marcelo; vele cómo sangra, pobrecito’, y me saluda… para momentitos después, verle acercarse a un tal Carlos, romano también, y pasarle unos sucres para que me dé más duro. ¿Creen que no me di cuenta?, pero no podía hacer nada. Así había gente vengativa…

Sin embargo, una figura enigmática siempre me acompañó: era el que le llamábamos Cucurucho Enigma. Este personaje llegaba, todos los años, a las cinco de la mañana, cuando acababan de cantar los gallos por tercera vez. De color púrpura oscuro, su atuendo tenía la particularidad de sobresalir sobre el resto de cucuruchos. Llamaba la atención una protuberancia en su espalda, imposible de disimular, que le daba una apariencia deforme y, acaso, maligna. Así como tampoco disimulaba su empeño en los azotes a mi aterido cuerpo, justo, justito en cada punto del vía crucis quiteño. Luego, se esfumaba entre la multitud que, temerosa, abría paso ante él.

Bajar por la calle era fácil. Mis amplios estudios de Dinámica de sólidos me ayudaban: solo era cuestión de cargar la cruz ubicando su centro de gravedad, sostener con una mano su centro de inercia, y luego de multiplicar por dos, dividir para el logaritmo de pi y elevarlo al valor del coeficiente de resistencia del pavimento quiteño, para saber a qué velocidad debía avanzar y que la resistencia del aire sea la menor y los movimientos míos sean más aerodinámicos. Fácil. Bueno, no tanto realmente. Porque las variables independientes e incontrolables de ‘latigazo’, ‘puñete’ y ‘toletazo’ eran variables asintóticas difíciles de calcular en el transcurso de las horas. Pero hacía el esfuerzo.

Llegaba a la calle Guayaquil. Mi paso lento, y a veces tambaleante, conmovía a muchos de los congregados a cada lado de la calle. A otros también,…, aunque más bien los motivaba a ayudar: "Yo también hago mi propia penitencia –decían-: golpear es mi forma de sacrificio". ¡Hummm! Y bien sacrificados hubo algunitos. Paff!, paff! Más allá, capum!, y los fuic!, fuic! que nunca faltaron, llovían como en aguacero sobre la martirizada humanidad de mi persona. Dura es la tarea de los cristos procesionarios, les cuento, y poco reconocida también (aunque de eso les comentaré lueguito). Una vez, recuerdo con precisión, conmovida por mi situación, se acercó una señora ya mayor extendiendo sus temblorosas manos. Mis ojos comenzaron a nublarse ante su gesto de amabilidad, de maternal ayuda, de necesaria solidaridad. Bueno,…, eso creía yo. Inolvidable la señora. “Gracias, gracias”, le digo, “gracias por acomodarme la corona que ya se me estaba cayendo, y por sujetarla con fuerza, gracias”.

Sigo avanzando por la calle. Estoy ya exhausto. Un alma se conmueve y me convida algo de agua; otra, más allá, quiere convidarme un helado de esos de hielo, pero no puedo aceptarlo. La historia no habla de helados, ni de gaseosas. No puedo irme en contra de la tradición. Más todavía cuando nunca faltan los medio desubicados de la procesión, como ese panita que viéndome sufrir tanto se acercó a ofrecerme ‘una pitadita’ de su verdoso tabaco… o las familias que posaban junto a mi ya destartalada persona para tomarse fotos, o los periodistas que se animaban a hacerme una entrevista, o el pesquisa que al verme tan golpeado y maltratado pensaba que me había escapado del SIC… Hay que aguantar. Aparece entonces una muchacha de mirada perturbadora. Se acercó a mí justo cuando llegaba a la Plaza Grande. Con delicadeza impuso un velo sedoso sobre mi rostro hasta quedarse empapado como un lienzo. Y se alejó. Eso me impulsó a seguir pues la tradición se respetaba. Varios metros adelante, la misma mujer con otro pañuelo e igual acción. Le agradecí nuevamente. Cuadras algunas más adelante, apareció otra vez. Como diez veces colocó velos distintos sobre mi maltrecho rostro. Tanto le agradecí a la muchacha por sus gestos hasta…hasta que después me comentaron que ella había estado vendiendo esos velos a los gringos. Buen negocio, y en dólares para la época. Terrible, ¿no es cierto?

No quiero abombarle de mayores detalles. Seguramente la imagen que usted tiene de mi transitar por las calles de Quito es tan dramática como la que efectivamente la gente en esos años la contempló. Por ello, siempre fui invitado para la siguiente romería. Era el invitado estrella de la época. Vea las fotos y filmaciones de esos años. Mi crística y procesionaria imagen cargando semejante cruz por las calles de esta pía ciudad incluso recorrió el mundo.

5.
Un día, de eso sí nunca me voy a olvidar, al bajar por la calle García Moreno, no sé cómo se metió un bus a la procesión. Llegué a una esquina y me detuve a respirar. El sol había pegado tan fuerte que los chorros de sangre y sudor se habían endurecido ya sobre mi espalda cuando, junto a mí, se detuvo el bus y el chofer me miró desafiante. Nos quedamos mirando. Y acepté el desafío. El semáforo estaba en rojo. El busero aplastaba el acelerador forzando su máquina. Yo, en español, inglés y arameo, pedí tranquilidad a la gente. Silencio total. Las personas a ambos lados de la calle no respiraban. Sin soltar los maderos, me incliné levemente como cuando iba a arrancar en las carreras colegiales de los 800 metros. Mirada fulminante y última, compartida, y el semáforo cambia a verde. Rugieron las llantas del bus y saltaron chispas del cemento cuando mi pique de salida fue descomunal. Y bajé corriendo por la calle, cargando los maderos obviamente, mientras a mi izquierda el bus devoraba distancias. Sin amilanarme, aprovechando mis amplios conocimientos de Dinámica, hice un ligero movimiento, pues era necesario hacerlo para evitar ser golpeado cuando el busero en desesperación por mi velocidad y aerodinámica carrera quiso golpearme de lado. Hice un pequeño giro y uno de los extremos del madero que cargaba, golpeó la llanta posterior del bus, descolocándolo y haciéndole perder velocidad. La gente no podía creer lo que pasaba. Seguía corriendo cuando, por detrás, sentí un golpe en la base de la cruz que cargaba, lo cual me desestabilizó y provocó que hiciera dos vueltas de campana, arrasando con unas dos docenas de curiosos. Como alcancé a gritar el grito clásico de precaución: "¡Cuidado con los arrecifeeeessss!", el número de heridos fue mínimo. A pesar de ello, y dados mis conocimientos de Dinámica de sólidos, como les contaba, aproveché el impulso y la velocidad para recuperarme de este aleve golpe típico de busero criminal. La gente deliraba: “¡Cristo, Cristo!”, gritaban a todo pulmón los feligreses que, momentáneamente olvidaron sus penas y lanzaron improperios al chofer. Por dos cuadras, hasta casi el siguiente semáforo, competimos cabeza con cabeza con el bus hasta que, al faltar pocos metros para la meta propuesta, logré pechar –o sea, sacar pecho- hasta imponerme por centímetros. La gente que presenció ese duelo deliraba totalmente. Hubo desmayados y algunos, incluso, persiguieron al chofer que, como era obvio, se dio a la fuga. Triunfante, aunque molido por el esfuerzo, me derrumbé en esa esquina por unos momentos. Si usted se fija en la esquina de las calles García Moreno y Mejía, encontrará en la pared todavía los raspones que mi corona de espinas hizo al impactarme allí en la frenada final. Inclusive, les cuento, apareció la chica del pañuelo para colocarlo otra vez en mi rostro. Después, esperé la llegada del resto de la procesión que, en desorden, corría para alcanzarme. Luego de sentir unos cuantos fuic!, fuic!, seguí con mi ruta.


Imagen histórica aparecida en una revista de la época. Se puede apreciar el estado en que quedó el bus…


6.
Rememorar aquellas circunstancias, me ha puesto en un estado de ansiedad total, les cuento. Las cicatrices tatuadas en mi espalda, brazos y piernas, parecen abrirse mientras los dolores físicos acumulados de esos años han regresado. Como aquel otro dolor cuando descubrí que las fotos y filmaciones de mi participación procesionaria fueron vendidas por un tal LFC a un tal Mel Gibson para que haga una película. ¿Ya la vio? ¿Qué tal? Sí. Una copia burda de mis procesionarias caminatas, aunque le significaron más de quinientos millones de dólares en regalías. Y a uno ni siquiera le llegó algo de eso, sniff…

Quedan experiencias sueltas, como una vez cuando fui a medianoche de un jueves después de merendar una buena fanesca, y llovieron los paff!, y tacs!! y yahh! en el estómago. Inefable situación, pero feo espectáculo: tocó limpiar. Desde ese momento, la fanesca la degusto posterior al viernes santo. O la incómoda situación de que durante horas no podía hacer uso de un baño, lo cual me ha traído consecuencias orgánicas complicadas. O las demorosas recuperaciones que duraban meses, lleno el cuerpo de moretones y costras. O el dolor que de tanto ponerme las coronas espinosas, destrozaron los folículos pilosos y hoy, todavía joven, mi frondosa cabellera haya pasado al olvido y tenga una acusada calvicie. O una vez cuando el fervor fue tan grande que casi me crucifican en medio de la plaza, y pude escaparme porque ese día de viernes santo, que es feriado, estaban cerradas las ferreterías y los romanos no pudieron conseguir clavos grandes. Realmente, dura la vida ha sido para los procesionarios que asumimos responsabilidades complicadas en nombre de la humanidad, y con poco o casi ningún reconocimiento por parte de mis congéneres. Por ello, esta semana santa se me presenta como una nueva oportunidad para comprobar la falta de gratitud de la gente.

Por todo lo anterior, les comento a todas y todos, con las cicatrices en alma y cuerpo, descreo ya del espíritu de viernes santo y me apunto más bien al de san viernes. ¿Quién se apunta?


Marcelo Medrano
13-04-2014


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Año 2016 de Nuestro Señor: Con la construcción del Metro de Quito, se procederá a innovar esta ya clásica romería de viernes santo. En dos o tres años, se la realizará, pero con un cambio de ruta: a través del túnel del metro, lo cual, según los mentalizadores, atraerá el turismo y hará del metro un espacio de profunda espiritualidad (profunda…porque se ubicará a varios metros bajo tierra). He sido contratado como asesor crístico.
Uno de los brillantes y espirituosos asesores municipales ha planteado que la carrera entre el bus y el Cristo, citada arriba, se la haga, pero con el Metro como adversario. Sería algo así como el triunfo del bien sobre el mal. No lo sé. No he cargado cruces desde hace años y, menos, he corrido con una de ellas a cuestas. Mmmm, lo he estado pensando… ¿Me tocaría aceptar ese municipal y espeso reto?
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